Estado actual de la teoría en el debate filosófico y científico

Muchos descubrimientos científicos han iniciado como herejías y han terminado como superstición. Es el caso también de El origen de las especies de Darwin, que ha partido hallando la oposición de prejuicios y mordaces ataques arribando hoy a una aceptación casi ciega y acrítica. Darwin, en efecto, no descubrió una teoría nueva (ya propuesta por Anaximandro de Mileto VII-VI siglo a.C., y después por Buffon, Lamarck, Erasmus, entre otros), sin embargo, fue él quien propuso los mecanismos por los cuales se verificaba una verdadera y propia evolución biológica en la naturaleza, y esto es, a través de una selección natural de carácter gradual y por mutaciones casuales debidas a la adaptación de las especies un medio ambiente particular.
Pero una primera pregunta es la siguiente: ¿Es la teoría de la evolución suficientemente documentada y comprobada en sus principios y leyes de ser considerada y divulgada como un hecho científico?  ¿Son todas sus hipótesis ya comprobadas, considerando todos los elementos que la ciencia supone para una formulación clara y evidente?
La “evolución”, en efecto, es aceptada y enseñada casi como un dogma en muchos entes educativos del mundo entero, pero desafortunadamente en casi ninguno viene desarrollada en manera amplia la parte contestataria sobre los mecanismos y premisas de la teoría de la evolución, siendo negada a los estudiantes la posibilidad de crítica. Existe por tanto, un tipo de uso viciado del lenguaje que la presenta como un hecho científicamente demostrado y verificado en su totalidad, cosa que efectivamente no es verdad. El lenguaje impreciso y rarificado que se utiliza en su presentación, induce a los estudiantes y a todas las personas del común a considerar como verdaderos unos postulados científicos, que en realidad están privados todavía de la adecuada comprobación requerida por la rigurosidad de la ciencia.
Los grandes principios de la “teoría de la evolución” darwiniana deben venir por tanto, revisados a la luz del lenguaje, de los conceptos y de los descubrimientos actuales de biología molecular, de microbiología, de la genética y de otros grandes avances como aquellos que en taxonomía se han dado a luz. De otro modo, esta teoría caería en una forma de reduccionismo dogmatico de la ciencia, cerrando su crecimiento.
En consecuencia, no debe olvidarse el aspecto esencialmente especulativo que caracteriza toda verdadera ciencia, a la cual no compete mantener entre sus postulados unas certezas insoslayables (dogmatismo),  sino mas bien, hacer un uso constante de la observación y de la razón, con la absoluta conciencia de lo provisionales y abiertos que son de por sí todos los resultados alcanzados en las investigaciones. La ciencia, en efecto, « comete suicidio »[1] justamente cuando adopta o se encierra en un credo.


[1] B. Isolani, P. Manachini, «Lo sviluppo del pensiero de Darwin tra eresia e superstizione», Le scienze (Aprile 1995), 44-54.